El término herida emocional en una metáfora. Apunta a esa información almacenada en nuestro interior. que como una herida, duele y requiere curación.
Cuando en nuestro presente hay situaciones que las rozan, las heridas se resienten y activan.
Los cambios y retos diarios también las despiertan.
Los mecanismos de supervivencia que desarrolla nuestra mente para manejarnos con ellas, pueden generan síntomas de malestar emocional.
Esa información o memoria almacenada, llamada herida, muchas veces está guardada en un cuarto remoto y aparatado de nuestra casa mental. Otras veces se sitúa en la puerta de entrada, pidiendo a gritos ser atendida.
Uno de los mejores antídotos para nuestras heridas emocionales es identificarlas. Escuchar su historia.
¿Qué nos quiere contar esa parte de nosotros que llamamos Herida?
¿Qué le faltó?
¿Qué vivió que le afectó y generó con ello una idea limitante o dolorosa?
¿Qué vio que le influyó y condicionó?
Cuánto más claramente puedan “contarnos” lo que vivieron y necesitaron, más se liberan y se restablece el equilibrio de nuevo.
Podemos comprender lo que pasó desde una perspectiva que nos favorezca a nosotras/os. También darnos eso que nos faltó.
Con ello dejamos ir esa vieja información almacenada, llamada herida. Liberamos las cadenas y eso trae un premio.
Si, las heridas emocionales esconden un premio y un regalo en su interior.
La vuelta a casa, al reencuentro con tu ser verdadero o esencial. Mayor bienestar.
Traen además el extra de un sin fin de recursos, fortalezas y aprendizajes que has tenido que desarrollar para vivir con ellas y en su camino de sanación.
Esto no siempre es fácil. Requiere decisión para mirar en tu interior. Traducir el camino de vuelta a esos espacios de nuestra mente.
Si vas acompañada de tu parte más sabia y compasiva, el avance es más rápido y seguro.
Quizá te preguntas, pero donde está mi parte sabia y compasiva…
Ahora ya sabes que eso es importante y puedes trabajar en ello.
En el contexto de una relación terapéutica o una relación segura, también puedes aprender a confiar, salir del modo supervivencia y entrar en el modo curación. Algunas claves del modo curación son la observación compasiva, la comprensión, la amabilidad y el amor.
Tu parte sabia y compasiva está incorporada en ese modo curación que ya trae tu sistema cuerpo-mente. Solo hay que activarlo.
Ahora te voy a compartir unas llaves, en forma de breve descripción, para que te familiarices con las heridas emocionales.La información es breve a propósito. Así con ese pequeño pie, empiezas a escuchar tu propia y personal historia, que es única y especial.
Lee lo que cuentan las heridas con la mente abierta. Observa si algo en tu interior resuena o te quiere contar algo.
* Herida de rechazo. No me aceptaron como era. Huyo cuando me siento rechazada/o y siento que no pertenezco a ningún sitio.
* Herida de abandono. Sentía a mis seres queridos ausentes emocional y físicamente. Necesito tener el afecto de los demás, no me gusta estar sola/o y haré lo posible por evitarlo.
* Herida de humillación. Se burlaron de mi y me avergonzaron. Priorizo las necesidades de los demás en vez de las mías. Me cuenta aceptarme y cuidarme.
* Herida de traición. No cumplieron las promesas. Estoy alerta para que no me engañen. No confío en los demás.
* Herida de injusticia. Eran muy fríos y duros conmigo. Contengo mis emociones, me exijo a mi y no me comprometo.
Bien. ¿Qué has sentido? ¿Qué ha venido a tu mente? Imágenes, palabras, pensamientos, sensaciones…. Anota lo que te llame la atención.
Ahora te propongo que termines esta frase incompleta con lo que brote de tu interior, sin pensar demasiado.
Mis heridas emocionales necesitan contarme que sentí…necesité….me faltó….me afectó…
Date las gracias.
Dale las gracias a tus heridas emocionales. Han sostenido y sujetado todo ese malestar y con ello te han ayudado a seguir adelante.
Ahora conecta con tu parte más sabia y compasiva.
Si eres de los que valoran ser duras/os, exigentes contigo misma/o, también está bien. Eso te ayuda a mejorar. Prueba si con amabilidad puedes pedir a tu parte exigente que deje brotar esa mirada más compasiva y amorosa, por un ratito.
Puedes pensar en alguien que conozcas, real o un personaje que admires, que destaca por sus cualidades comprensivas y compasivas.
Y cuando ya lo tengas, abre tu corazón.
Con todo el amor que puedas, escribe una carta a tu herida que empiece por:
Querida herida, te veo, te escucho, te comprendo, ahora estoy aquí contigo y….
También te remito a dos videos de mi canal de youtube titulados, herida de abandono y herida de rechazo.
Los mensajes que contienen son bastante abarcativos y te pueden ayudar.
Te animo a repetir los ejercicios de este artículo siempre que lo necesites. La información puede que se despliegue y vaya saliendo por capas, si lo realizas cada cierto tiempo.
Por último, decirte que creo que es muy recomendable e interesante realizar este trabajo acompañada/o por un psicoterapeuta. Ahora hay muchos profesionales preparados y dispuestos a acompañarte en este viaje.
Te invito a que me acompañes en mi Instagram: @vanesacervino_psicologa